Aquí tenemos un pedazo de pintura plena de modernidad, pero ejecutada en 1843 por el entonces todavía muy joven Gustave Courbet (1819-1877), pintor de temperamento turbulento y comprometido, quintaesencia del artista romántico. Fue muy aficionado a autorretratarse en las más diversas actitudes; ésta es de las más sorprendentes, pues nos muestra al pintor mirando directamente hacia el espectador, con los ojos muy abiertos y con una expresión febril en su mirada.
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