Carlo Dolci (Florencia, 1616 – 1686) gozó de una gran popularidad entre sus contemporáneos, gracias a sus cuadros religiosos, primorosamente elaborados. Su arte siempre fue algo edulcorado, probablemente el principal motivo de su posterior olvido por la crítica. Eso no impide apreciar la indudable belleza de algunos de sus mejores cuadros, como el que aquí presentamos, conservado en la Royal Collection británica.
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