martes, 1 de noviembre de 2011

Ganas de figurar… autorretratos ocultos en la pintura

En los museos podemos ver con frecuencia obras que han sido tituladas como “Autorretrato”. Son interesantes, en ellas podemos ver al artista en actitud normalmente airosa, y frecuentemente, sosteniendo las herramientas de su trabajo. Rembrandt se autorretrató innumerables veces, Goya tampoco era reacio a plasmar su imagen. Estas obras comenzaron a producirse cuando el autor tuvo conciencia de su valor como artista, y no como mero artesano manual, sin derecho alguno al reconocimiento público.
Sin embargo, existen pinturas, con frecuencia de notable antigüedad, que bajo el pretexto de un tema religioso o profano, ocultan en su interior la figura del artífice de la obra. Normalmente están en un extremo del cuadro, mirando fijamente al espectador como diciéndole: “Sí, soy yo, y aunque el señor que me paga no me considera digno de su nobleza, yo sí creo que soy un artista, y no un simple empleado, y aquí estoy escondido, para que tú puedas reconocerme”.
Por supuesto, no obedecía tanto a un deseo de inmortalidad como a un pequeño gesto de reivindicación privada, que muy pocos en la época de la creación del cuadro podían reconocer.
Adoración de los Magos 3 Adoración de los Magos 3 (detalle 3)
La Adoración de los Magos de Sandro Botticelli en los Ufizzi. No es seguro con absoluta certeza, pero parece que el jóven que nos mira desde el margen derecho es el artista florentino.



Detalle 2En el Jardín de las Delicias del Prado, parece que el enigmático Jerónimo Bosco se retrató en el rostro del gigantesco monstruo blanco con patas de árbol y sombrero en forma de bandeja.
Entierro del Conde de Orgaz
Entierro del Conde de Orgaz (autorretrato) Entierro del Conde de Orgaz (detalle con Jorge Manuel Teotocopuli)
En el solemne Entierro del Señor de Orgaz podemos ver entre los asistentes al sepelio al mismísimo Domenikos Teotokopulos, el Greco. Como curiosidad, el niño que sostiene la antorcha es el hijo del artista, Jorge Manuel, que fue también pintor y arquitecto, aunque bastante mediocre.
David (Galeria Borghese) David detalle(Galeria Borghese)

Martirio de Santa Ursula Martirio de Santa Ursula detalle El beso de Judas El beso de Judas detalle






 Concierto
Concierto detalle
Caravaggio nunca tuvo problemas para autorretratarse. Fue su propio modelo, cuando sólo era un pintor con serias dificultades para sobrevivir en la inhóspita Roma. Más tarde le encontramos como jóven de tez morena en cuadros como el Concierto. Ya maduro, se tornó más discreto: en El Beso de Judas es el personaje barbado que sostiene el farol que ilumina la escena, mientras que en el Martirio de Santa Ursula (tal vez su última obra) es simple espectador de la tragedia. Mención aparte merece su David con la cabeza de Goliath, donde su rostro lo podemos ver ni más ni menos que en la cabeza decapitada del gigante.
La escuela de Atenas
La escuela de Atenas (detalle 8)
En la famosa Escuela de Atenas del Vaticano, podemos encontrar en el margen izquierdo el autorretrato de Rafael, aunque toda la obra está plagada de retratos de amigos, colegas y celebridades de la época, como Michelangelo Buonarotti o Leonardo da Vinci.




Rendición de Breda (Las Lanzas)

Detalle 5
Y también Velázquez tuvo su momento de vanidad. En la Rendición de Breda se sitúa humildemente tras el gigantesco caballo. Por supuesto, también sale en Las Meninas, pero su retrato no está ni mucho menos oculto.





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El gran Michelangelo Buonarrotti también se autoinmortalizó en alguna ocasión. Aquí le tenemos caracterizado como Nicodemo en la inacabada Pietà de la Opera del Duomo, su última y más sentida obra.
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En el Juicio Final de la Capilla Sixtina tuvo la humorada de hacerse un retrato totalmente “sui generis”, pues la piel que sostiene San Bartolomé está representada con los rasgos de Buonarotti.

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